domingo, 9 de junio de 2013

Es bueno acostumbrarlos desde cachorros...

Si los acostumbramos desde cachorros a su mutua presencia, es decir, los socializamos correctamente y los educamos para convivir, la adaptación será mucho más fácil. Terminarán asumiendo que no es necesario cazar para sobrevivir, que afortunadamente ese tema lo tienen resuelto, y que su relación con otras especies puede ser diferente. Desde cachorros aprenden de sus padres y congéneres, y por supuesto del ambiente que los rodea lo que condicionará su comportamiento de adulto. Nosotros los humanos, formamos parte de dicho ambiente. Pero está claro que debemos enseñarles a vivir en este nuevo escenario, porque la impronta genética trasmite muchas cosas.

Cuando un perro ve a un gato desconocido inmediatamente lo acosa. El felino medita qué es lo que le conviene, si hacerle frente o darse a la fuga. El perro dilata sus pupilas, pone sus orejas tiesas, y permanece expectante ante las reacciones. Si se inicia la pelea el gato se endereza y emite un particular sonido. Esta actitud provoca el ataque de un perro que no sea tímido. Un gato audaz se lanza al rostro del enemigo, pudiendo provocarle graves lesiones en los ojos. Los zarpazos y los mordiscos de los gatos pueden producir profundas heridas que se infectan con relativa facilidad. Un gato sano es más rápido que cualquier perro.


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